Corea del Norte enfrenta una serie de desafíos que afectan gravemente a su población infantil. La pobreza es uno de los problemas más acuciantes, con aproximadamente el 40% de la población viviendo por debajo de la línea de pobreza. Las catástrofes naturales agravan esta situación, dejando a muchos niños sin hogar y en condiciones de vida extremadamente difíciles.

La alimentación es otro derecho fundamental que se ve comprometido. Cerca de una cuarta parte de la población no tiene acceso a una nutrición adecuada, lo que impacta severamente en la salud de los niños. La escasez de alimentos y el racionamiento gubernamental resultan en dietas insuficientes y desequilibradas, especialmente para los menores de cinco años y las mujeres embarazadas. Esta crisis alimentaria ha causado miles de muertes, incluyendo muchas de niños.

El sistema de salud en Corea del Norte también está en crisis. La tasa de mortalidad infantil es alarmantemente alta, y las infraestructuras y recursos médicos son insuficientes. Aunque el gobierno afirma que la atención médica es gratuita, los costos pueden ser prohibitivos para muchas familias. Además, la falta de medicamentos y la prevalencia de enfermedades como la tuberculosis agravan la situación.

La represión y la falta de libertades son características distintivas del régimen norcoreano. Los niños no pueden ejercer su derecho a la información ni a la libre expresión, y muchos son enviados a campos de prisioneros por delitos supuestamente cometidos por sus familiares. Las condiciones en estos campos son inhumanas, con altos índices de mortalidad debido a la tortura, el abuso, la malnutrición y la falta de atención médica.

En resumen, los niños en Corea del Norte enfrentan una realidad desoladora, marcada por la pobreza, la desnutrición, la falta de acceso a la salud y la represión. La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para visibilizar y abordar estas violaciones a los derechos humanos.

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